Los desafíos de jóvenes y adolescentes hispanos

Gerardo un buen niño de solo 7 años era la alegría de la clase. Él era un estudiante ejemplar con buenas notas en la escuela y muy popular entre sus amigos por siempre traer una sonrisa y buenos valores. Él era mi mejor amigo. Un día llegue a clase y me di cuenta que Gerardo no estaba y después me dijeron que nunca regresaría, lo habían matado las pandillas confundiéndolo con su hermano mayor. Como él hay muchos jóvenes que vivimos en un mundo violento; algunos llegamos a ver estas cosas como “normales” en nuestra vida. “Ya murió uno más” decían algunos adultos. Recuerdo que pensé, “Pero él NO era uno más. Era mi mejor amigo y él era único.” Con tal solo 7 años yo no sabía que pensar, ni que sentir, mucho menos no sabía que decir. Lo único que pude hacer fue esconder mi dolor con la comedia. Tome el lugar de mi mejor amigo en ser el chistoso de la clase. Cada vez que alguien se reía de mis chistes en mi mente yo veía a mi amigo en la clase riendo también. Pero conforme fui creciendo y presenciaba más violencia, me fue más difícil seguir escondiendo mi odio y mi desesperación hacia un mundo que yo veía como hipócrita. Las risas se fueron congelando poco a poco y llegaron a petrificar mi corazón.

Después de un camino confuso en el que no creía en Dios, empezó mi conversión que seguiré viviendo hasta mi último aliento. Ahora ya no cuestiono a Dios en por qué me tocó vivir estas cosas,  entiendo que lo vivido me hizo lo que soy. . . me preparó para poder ayudar a jóvenes que viven lo mismo que yo viví. Para poder “entender” mejor su realidad y no juzgarlos sin saber, porque ser joven hispano en los Estados Unidos no es fácil.

Por lo regular, jóvenes hispanos de Estados Unidos provienen de estas tres realidades:

  1. Jóvenes inmigrantes recientes: Estos son jóvenes no nacidos en Estados Unidos que deben aprender un nuevo idioma y adaptarse lo mejor que pueden a este país. Estos jóvenes viven un choque cultural que muchas veces les lleva a una depresión.
  2. Jóvenes ciudadanos con padres inmigrantes: Estos son jóvenes nacidos en Estados Unidos o que han venido de pequeños y sus padres vienen de Latinoamérica como primera generación de inmigrantes. El idioma español para estos jóvenes comienza a desaparecer y en muchos casos lo entienden bien, pero no lo hablan bien. Ellos viven en dos culturas y a veces se sienten desplazados pues no son ni de aquí, ni de allá.
  3. Jóvenes hijos de padres hispanos nacidos en EE.UU: Para estos jóvenes el español ya no es parte de su vida diaria. Hablan poco o nada de español pero muchos aun sienten orgullo por sus raíces latinas aunque una minoría sienten vergüenza de ser parte de la cultura hispana

Partiendo de estas realidades nos toca vivir desafíos positivos, así como la formación de identidad en el cual buscamos nuestra propia personalidad. Luchamos al vivir nuestro proceso de madurez en el cual aún estamos aprendiendo a ser adultos (y las hormonas no hacen este proceso nada fácil). Y finalmente el desafío más difícil de sobrepasar, uno que muchos padres de familia nunca mejoraron es el “quebrar las cadenas” de los malos hábitos que vemos en quienes nos rodean. A pesar de lo difícil y confuso que son estos desafíos, pueden traer cambios positivos en nosotros.

Sin embargo, hay desafíos negativos que los jóvenes hispanos enfrentan. Por ejemplo, debemos enfrentar el “machismo” de nuestra cultura. Si eres mujer debes ser fuerte y no dejarte manipular y el hombre debe aprender a ser hombre verdadero y tratar a la mujer con dignidad. Cambiar este machismo no es fácil cuando la única realidad que muchos jóvenes ven toda su vida está en el mal ejemplo del padre machista. Esto nos lleva a otro desafío de inseguridad pues nuestro corazón nos dice que esto no está bien y luchamos con nuestro interior. Pero la razón más clara en por qué nuestros jóvenes son inseguros es porque no reciben aprecio de los padres. Nuestra cultura nos enseña a ser duros y poco comprensivos. Esta inseguridad se comparte con todos los miembros de la casa y nos lleva a la desintegración de la familia. Divorcios, infidelidades, mala comunicación son realidades que muchos jóvenes viven a diario en sus hogares.

Ahora, a todos estos desafíos le podemos agregar los dos que nuestros jóvenes enfrentan al llegar a los 13 años en adelante. El primero es el conflicto con nuestra religión. Nuestros padres crecieron con una fe que no cuestiona, pero nuestros jóvenes tienen muchas preguntas, pero desafortunadamente los padres no tienen la preparación para contestarles. Creen que con enviar a sus hijos al catecismo o confirmación, ya no tendrán dudas. Pero no es así, la verdad es que nosotros como padres también debemos estudiar nuestra fe para poder apoyar a nuestros hijos con el ejemplo de vida.

Todos estos desafíos vividos a la misma vez que se lucha por sanar el pasado puede llegar a ser demasiado para muchos porque no siempre tienen una guía que los aliente, que les ayuda a encontrar respuestas a sus dudas y que les dé un abrazo de cariño y comprensión cuando se sienten cansados de luchar. Ser un joven hispano es difícil porque no es fácil romper las cadenas y amar sin juzgar. ¿Quieres que tu hijo tome un buen camino? Dale tú el ejemplo y comienza a romper tus cadenas primero. Sí, tú puedes porque todo lo puedes en Cristo que te sostiene (Fil 4,13).

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