En lo personal siempre he pensado que el humor es un excelente conducto para decir lo que uno quiere o tiene que decir y esta película es un claro ejemplo de cómo usarlo justamente para tener esa conversación incómoda que muchos no quieren tener sobre un tema en particular.
Leonardo DiCaprio
Jennifer Lawrence
Meryl Streep
Reseña
Sensaciones generales
Antes de comenzar me gustaría avisar que la película tiene dos escenas de desnudos.
Una de apenas unos segundos pero que es de contenido sexual. Y la otra dura un poco más pero no se ve nada realmente alarmante.
Cada quién tome sus prevenciones acordes a sus criterios.
Ahora sí
-El personaje de Leonardo DiCaprio me encantó. El camino que recorre te lleva a verlo siendo desesperantemente inseguro y tímido. Luego pasa por esa etapa de perder el piso y a la vez, perder de vista lo que realmente le importa (tanto en lo privado como en lo profesional). Y en el último trayecto encuentra ese punto de equilibro entre lo mejor de cada etapa.
-El estilo de la película también me gustó mucho. Los cortes acelerados. El uso de humor ácido con comentarios que te hacen pensar “qué cabrón que diga/haga eso tal personaje”.
En especial los personajes de Meryl Streep y Jonah Hill lograron ganarse mi repudio sacándome algunas risas.
-La obvia alusión al tema del calentamiento global y la forma de abordarlo por parte del gobierno y distintos empresarios es una total tragicomedia.
En lo personal siempre he pensado que el humor es un excelente conducto para decir lo que uno quiere o tiene que decir y esta película es un claro ejemplo de cómo usarlo justamente para tener esa conversación incómoda que muchos no quieren tener sobre un tema en particular.
-Creo que el montaje, el ritmo de la historia (que alcanza a bajar un poco, pero nada irreparable), el elenco genial que se involucró y las actuaciones de la mayoría de ellos son una combinación perfecta para que quien vea la película se lleve un rato agradable. Pero también nos llevamos, por lo menos, una pizca de reflexión sobre la manera en la que nuestro entorno y nosotros mismos abordamos los temas complejos de nuestra vida.
Mis momentos de la película
1- “Aguardar y analizar”
-El Papa Benedicto XVI, en su libro “Introducción al cristianismo” utiliza una especie de cuento anecdótico para reflejar una realidad.
Un circo llega a un pequeño pueblo. Montan su carpa, todo mundo está cautivado por los colores, los animales y todo lo que viene con ellos. Las expectativas son muy grandes y la gente del pueblo espera con ansias a que comiencen las funciones.
De repente, la carpa se comienza a incendiar y el fuego crece rápidamente.
El director del circo manda al payaso al pueblo a pedir ayuda. Como ya estaba caracterizado con el vestuario y maquillaje, cuando comenzó a gritar en las calles del pueblo que necesitaba que todos fueran al circo porque se estaba incendiando nadie le creyó.
Pensaban que era una excelente estrategia de publicidad. Estaban encantados del ingenio del payaso pues lo veían realmente alarmado, como si de verdad hubiera un incendio.
Cuando las llamas fueron lo suficientemente grandes como para verse desde cualquier parte del pueblo entonces la gente le creyó. Ya era demasiado tarde. El circo se había consumido por completo.
El Papa plantea una pregunta: ¿bastaba que el payaso no hubiera estado disfrazado para que le creyeran y le hicieran caso?
Y de ahí parte para hacer una reflexión sobre el papel de los teólogos en el mundo actual.
Analiza cómo se les percibe. Se les ve como payasos gritando una verdad que nadie quiere creer. A veces llaman un poco la atención, entretienen, son agradables, pero no se les quiere tomar en serio porque lo que anuncian para muchos es algo incómodo y alarmante.
Eso mismo pasa en la película. Y eso mismo nos pasa a nosotros mismos.
En la película es el tema de un asteroide. En el libro del Papa es el tema de los teólogos. Y en nuestro día a día pueden ser muchísimos temas.
La alimentación más sana, el cuidado del planeta, hacer ejercicio, el uso de la pornografía, el consumo excesivo de alcohol o tabaco, tener ahorros, darle prioridad a ser pleno y no solo “exitoso”, y puedo continuar con un largo etcétera.
No sé en qué radique nuestra reacción, pero solemos actuar como la gente del pueblo y ver como meros payasos a quienes se toman el tiempo de compartirnos una verdad que no estábamos buscando.
Pensamos “Sí bueno, que bien que tu lo descubriste, pero déjame en paz”.
En lugar de aprovechar que alguien que sabe más que nosotros nos está ofreciendo conocimiento lo rechazamos porque nos incomoda saber.
Tristemente es una actitud muy común en cualquier sociedad. No estamos habituados a aprender en cabeza ajena.
Y creo que un buen ejemplo de esto es la evangelización. Quienes nos dedicamos a todo esto sabemos que si le hablamos de las verdades del evangelio a quienes no creen, simplemente nos ignorarán, aun cuando lo hagamos con la mejor intención y de la mejor forma (tampoco es que lo hagamos así siempre).
Podemos hablar de todos los beneficios que trae consigo el tener una relación viva con Dios, o de todas las consecuencias temporales y eternas que trae el no tener esa relación.
No importa el enfoque, la gente simplemente reacciona, igual que nosotros en otros tantos temas, diciendo “gracias por venir, ahora aguardaremos y analizaremos”.
Si tu ya tienes una relación viva con Dios ¡excelente!
Bendito Dios te diste la oportunidad de escuchar a quien te buscó para hablarte de él.
Ahora pídele que te ayude a tener la disposición de reconocer la verdad que necesitas encontrar en otros temas.
Quizá necesitas dejar alguna adicción, o comenzar a cuidar mejor de tu cuerpo y tu alimentación. Acercarte más a tu familia, o dejar de lado algunas amistades. ¡Yo qué sé!
Solo te invito a que no veas como payaso a todas las personas que dicen cosas que te incomodan.
Si algo te incomoda, es una buena señal para esforzarte a escucharlo.
2-Dr. Mindy pierde los estribos en la televisión
De la noche a la mañana Randall Mindy pasó de ser un científico retraído e inseguro a ser un rockstar. Su rostro estaba en las portadas de revistas, lo invitaban a la televisión constantemente, su twitter reventó de seguidores y las mujeres lo acosaban en cualquier momento y lugar.
Obviamente esto lo fue distrayendo de su objetivo. Se comenzó a adecuar a la agenda de las personas que lo rodeaban, sus decisiones comenzaron a ser impulsivas.
Pero siempre hay un punto de quiebre.
“Oímos que no hay ningún cometa…”
Después de toda la evidencia que han demostrado, la presentadora del noticiero aborda el tema frente al Dr. Mindy con esta frase: “Oímos que no hay ningún cometa”.
Y en esa última ocasión en la que se encuentra en el set llega a ese punto en el que no puede más.
Tiene su momento de Epifanía y se da cuenta de cómo la gente sigue sin querer ver la realidad.
Entra en crisis al ver que los errores que ha cometido al apegarse a los intereses de los demás ya son irremediables.
Ese momento de catarsis en el que uno pierde la venda de sus ojos y se da cuenta del mal que ha hecho es algo sumamente doloroso, pero a la vez liberador.
A mí me ha pasado en algunas ocasiones. Una de las más recientes fue cuando estaba leyendo un libro que se llama “Cómo defender la fe sin alzar la voz”.
En ese libro presentan un método para entablar diálogo con quienes piensan de forma distinta a lo que la Iglesia enseña.
Proponen algunas técnicas para que el creyente parta de encontrar los puntos en común con esas personas y que la manera de abordar el diálogo sea mucho más fructífera.
También presentan distintas técnicas negativas de entablar esos diálogos. Ahí fue cuando me topé con un momento de epifanía.
Me di cuenta de que llevaba años haciendo todas las cosas que en el libro recomiendan no hacer.
Y eso me llevó a ver de frente las posibles consecuencias de mi forma de expresarme, de las cosas que había dicho y repetido tantas veces, de mi actitud al escribir.
Entendí que lo que yo pensaba que era dar la cara por mi fe y mi religión realmente era algo contraproducente. Y no solo quedó en una idea ambigua de un posible daño. Pude hacer memoria de distintos casos en concreto en los que provoqué que gente peleada con Dios o con la religión afianzara sus ideas de que los creyentes somos unos intolerantes y soberbios.
Fue un momento realmente doloroso, pero me sirvió para dar un giro de 180 grados.
Me comprometí conmigo mismo a hacer lo posible por evitar todas esas provocaciones a las que me prestaba antes.
A partir de ahí mi forma de utilizar las redes sociales cambió radicalmente. Y mi entendimiento de lo que es dar testimonio encontró un camino mucho más sano y honesto tanto para mí como para las personas con las que interactúo.
En esa parte de la película el Dr. Mindy pierde los estribos al darse cuenta de hasta dónde han llegado las cosas y entender que en cierta medida él es responsable.
Aparentemente es un momento que nadie querría vivir.
Pero a mi me hace sentir lo contrario. Recuerdo mis momentos de catarsis y solo me dan ganas de recomendarte que dispongas tu corazón y tu mente a que Dios te regale uno de esos momentos.
Insisto, son sumamente crudos y dolorosos, pero son lo mejor que te puede pasar. Después de encontrarte ahí te aseguro que llegarás al lugar donde debes estar.
3-Discurso de la presidenta “Ellos quieren que ustedes miren arriba para que tengan miedo”
Y, por último, el momento en el que se destapa por completo la lucha entre los dos bandos.
El asteroide se hace visible desde la tierra, ya no se necesita ser un científico o tener un gran telescopio para corroborar su existencia. Cualquiera que mire hacia el cielo se dará cuenta de que ahí hay algo que normalmente no está.
De un lado están el Dr. Mindy, Kate (la estudiante que descubrió el asteroide) y compañía. Del otro lado, la presidenta, su hijo y asesor de campaña y otro tanto.
Esto se convierte en una lucha mediática, se involucran cantantes, influencers, empresarios. Cada uno toma un bando.
Están los que te invitan a mirar para arriba y darte cuenta de que el impacto del asteroide es inminente y se debe hacer algo al respecto. Y están los que te invitan a no mirar par arriba y confiar en que el impacto se puede controlar y no pasará nada malo.
Ese momento de la película a mi ya me tenía entre las risas y la desesperación. De verdad logran que los personajes a favor del asteroide sean frustrantes.
Pero bueno. Esa lucha entre bandos me hizo pensar en uno de mis archienemigos de la vida: la pereza intelectual.
Algo muy bueno que me dejaron mis años de pelearme con todo el mundo en redes sociales fue darme cuenta de lo dañina que puede ser la pereza intelectual.
El no saber por no querer saber.
Todos somos ignorantes de algo, no hay problema con eso. Nadie está obligado a ya saberlo todo.
Pero cuando tienes la oportunidad de adquirir conocimiento sobre algo en lo que estás involucrado y decides no adquirirlo me parece fatal.
Recuerdo en una ocasión en la que un amigo publicó algo sobre el origen cristiano de la celebración del Halloween. (Sí, yo sé que hay mucha gente en contra de que los católicos celebremos esa fiesta y tienen miles de argumentos para molestarse, pero realmente hay muchísima documentación que avala su origen cristiano. Ya cómo se ha deformado hoy en día es otra cosa.)
Y en su publicación no faltaron decenas de comentarios de gente que lo criticaba por celebrar una fiesta pagana, demoniaca y quien sabe qué tanto más.
Él se remitía a decir “Yo estoy hablando del origen no de la forma actual en que se celebra”. Pero a la gente parecía no importarle en realidad la información que mi amigo compartió. Solo reaccionaban partiendo de sus prejuicios.
Y particularmente recuerdo el caso de una señora. Después de condenarlo por promocionar un supuesto culto satánico lo tachó de ignorante y de inventarse cosas.
Mi amigo, muy amable le dijo “Señora, tengo mucha bibliografía que respalda lo que dije, si quiere se la puedo pasar para que conozca más a fondo de lo que hablo”. Y la señora simplemente le contestó: “No gracias, prefiero no leer”.
Esa respuesta fue épica, debo confesar que entre el grupo de amigos se nos hizo sumamente irónico que utilizara esas palabras.
“Prefiero no leer”.
Ese es un clarísimo ejemplo de pereza intelectual. Prefiere no leer para no confrontar sus ideas con información real y así quedarse convencida de lo que ella ya asumió como la verdad.
Prefiero no leer es uno de tantos sinónimos de “no miren para arriba”.
Por otro lado, en un plano general, “No miren para arriba” puede tomarse como una invitación a no mirar los problemas que se avecinan en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestra sociedad.
Pero también es una invitación a no mirar el cielo, no mirar a Dios y lo que nos ofrece.
A final de cuentas, no mirar arriba se trata de no mirar la realidad. No informarnos. No tomar decisiones difíciles. Convencernos de que vale la pena mantener vivo eso que nos está destruyendo porque trae algunos pequeños beneficios a nuestra vida.
No mirar arriba es evitar la confrontación con aquellos problemas que tarde o temprano pueden destruir nuestra vida familiar, espiritual o incluso profesional.
Y siempre habrá un familiar, una pareja, una amistad, un compañero de trabajo o un desconocido que te quiera convencer de no mirar arriba porque, creo yo, mientras más personas miren para arriba, más difícil será para cada uno mantenerse ignorando la realidad que se avecina.
Existe un acuerdo implícito de no mirar arriba. Y cada vez que alguien mira ese acuerdo se tambalea y más personas se ven incitadas a también mirar arriba.
Conclusiones
En general me gustó mucho la película.
La forma en la que presenta el problema principal de la historia es tan descarada que nos permite relacionarla con distintas situaciones de nuestra realidad y facilita el ejercicio de reflexión sobre nuestra manera de afrontar cada una de ellas.
Vale la pena verla con ojo crítico. Yo te invitaría a que la veas en grupo para luego armar un grupo de diálogo, y, sobre todo, verla pensando en ti mismo. Analiza tú cómo reaccionarías, tú de qué bando te pondrías si sucediera lo que la película plantea. O de qué bando te pones en tus propias situaciones actuales. ¿Eres de los que promueven la confrontación con los problemas o de los que mejor los evaden para no incomodar gente?
En resumen: ¿Eres de los que le dicen a alguien que tiene un moco en la nariz para evitarle que pase alguna pena? ¿O eres de los que no le dice nada para evitarte tú la pena?
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