tick, tick...BOOM!

Reseña
Calificación de Reseña
Fecha de lanzamiento
Duración
2h
Director
Lin-Manuel Miranda
Elenco

Andrew Garfield
Alexandra Shipp
Robin de Jesus
Vanessa Hudgens

Reseña INCLUYE spoilers

Reseña

Sensaciones generales:

Comencé a tocar la batería a los 12 años. Y durante mucho tiempo me veía a mí mismo de una manera un tanto fría.
Me sentía todo un baterista, pero me caían gordos los músicos presuntuosos. Esos que se sentían grandes artistas.
Para mí la música era algo muy técnico y frío. Si estudias, mejoras y punto.
Todo eso de la pose, la imagen, el hacerse los “profundos e intelectuales” me parecía que era pura falsedad.

Pero cuando tenía 22 años esa manera de percibirme cambió drásticamente.
Me fui a vivir a Xalapa, Veracruz. Es una ciudad que destaca por el nivel académico de su facultad de artes, así es que mucha gente de todo el país se muda ahí para estudiar música, danza, literatura o teatro. Y yo fui uno de ellos y Nayelli también.

Nayelli era de Ciudad de México. Tocaba Saxofón, cantaba, estudiaba teatro y era de esas personas con esa “pose” que me caía mal, con aires de profunda intelectualidad.

Sin embargo, ese efecto que surge cuando pisas tierras lejanas y te impulsa a ver todo de una forma nueva me ayudó a que eso que me caía tan mal en otros, en ella no importara tanto.

Salimos durante los últimos meses que estuve en Xalapa y la convivencia con ella, entre tantas otras cosas, me dejó algunos regalos que marcaron mi camino como evangelizador:

Primero, de ella fue la idea de que me comenzaran a decir “Manu”. Antes siempre fui Manuel.
Eso, aunque no lo crean, influyó mucho sobre la forma en la que me veía a mí mismo.

Y el segundo gran regalo que me dejó fue enseñarme a ver el mundo de forma artística.
De ella aprendí que hacer música implica mucho más aparte de las cuestiones técnicas.
Aprendí a aprovechar un paseo junto a un lago para inspirarme y escribir algo.
Aprendí que lo que tocaba en mi instrumento podía servir para expresar lo que sentía en ese momento.
Suena lógico ahora, pero en ese entonces yo pensaba y veía la música de una forma muy distinta.
Y esa sensibilidad artística que se despertó en mí por la convivencia con Nayelli fue la que provocó que unos años después decidiera comenzar a estudiar armonía, a escribir canciones, a hacer videos, reseñas, blog, podcasts.
Me tardé un poco, pero descubrí que al dejarme sensibilizar por el mundo y lo que vivo me daban unas enormes ganas de compartir esas experiencias con todos.

Y les cuento todo esto porque otra cosa que aprendí al convivir con Nayelli es que las personas que hacen teatro son sumamente sensibles. Ven el mundo de otra forma. Viven entre el ser y no ser ellos mismos. Su instrumento es todo su cuerpo. Mirada, voz, gestos, articulación. Con cada personaje no solo cambian un poco la cara, cambian su personalidad, cambian sus ideas, cambian su forma de entender el mundo.

Cuando comenzó la película me transporté inmediatamente a aquel tiempo que estuve en Xalapa. Rodeado de jóvenes veinteañeros con ansias por comerse el mundo, entregados totalmente a su arte y a lo que querían contar a través de ella.

Y sumado a esas sensaciones tenía enfrente a Andrew Garfield que tiene un carisma único, independientemente del papel que esté haciendo tiene un super poder para conectar con tus emociones en cosa de segundos.

Me encantó ver todo el vaivén de emociones entre los pequeños logros que lo acercan a su meta y las frustraciones de las pequeñas derrotas que lo van acompañando.
-Tiene buenas críticas iniciales para obtener el taller, pero uno de sus amigos está muy enfermo.
-Ya está seguro el taller donde presentará su obra, pero su representante no le contesta las llamadas.
-Está todo emocionado con su obra, pero tiene que trabajar en un lugar caótico.
-La obra gusta mucho, pero le hace falta la canción del número principal y no tiene inspiración.
-Por fin le llega algo de inspiración, pero es porque se está peleando con su novia.
-Por fin tiene una idea concreta, pero le cortan la luz.
-Logra montar toda la obra y llega el día de su taller, pero su novia lo ha abandonado.

La forma en la que muestran ese enfrentamiento entre sensaciones positivas y negativas reflejando la imperfección de la vida me gustó porque hace muy real la película.
Y con la sensibilidad que caracteriza a quienes hacen teatro, todo lo que va viviendo cobra una magnitud abrumadora. Vas viviendo las alegrías y los corajes del personaje como si fueran tuyas. Sientes cada logro y cada derrota de forma muy personal.

Hubo muchos puntos que me parece que hacen de la historia algo sumamente disfrutable e interesante como:

-La frustración de ver cómo todo tu entorno se va desmoronando alrededor de tus sueños y saber que ese sueño es lo único que te queda para no desmoronarte también tu.

-La verdadera amistad que se hace presente para evitar que te rindas a pesar de que tú no la has valorado debidamente.

-El conflicto del artista que va de un lado a otro siendo el amigo entrañable y luego el amigo más egoísta.

-El tema de la pérdida de sus amigos cercanos es muy fuerte.

-La tragedia de no vivir lo suficiente como para conocer el alcance de su obra y su legado. Eso me recordó al caso de Moisés que no alcanzó a entrar a la Tierra Prometida.

-Cómo unas pocas palabras pueden hacer toda la diferencia en la vida de alguien
Creo que siempre sería de mucha ayuda para el entorno que nos rodea hacernos el hábito de decirle a las personas lo que están haciendo bien. Regalar con facilidad palabras de aliento y admiración.

3 momentos
Pasemos a mis tres momentos de la película

1-En la agencia de publicidad.
Jonathan siempre considero que su mejor amigo, Michel, era un excelente actor. Y por eso le pesaba muchísimo que éste hubiera decidido dejar la actuación para dedicarse a la publicidad.
No podía quitarse de la cabeza la idea de que se había vendido y renunciado a su pasión por las comodidades que ofrece el dinero.
Y Michael, conociendo las bondades que ofrece un trabajo estable, buscaba ayudar a su amigo con algunos proyectos de su oficina en los que Jonathan pudiera participar sin tener que estar a tiempo completo. Pero nunca llegaban a un acuerdo.

En un momento de la historia todas las circunstancias se acomodan y Jonathan se ve obligado a participar en uno de esos proyectos.
Al inicio está sumamente escéptico, pero al ver que el trabajo que debe hacer realmente no le cuesta nada (literalmente le pagarán por aportar ideas), se ve tentado a aceptar el trabajo a tiempo completo.

Comienza a analizar la situación más a detalle. Todo el equipo reunido lo admira por sus grandes ideas; piensa en que podrá vivir en un buen departamento, tener seguro médico, ahorrar y otras tantas cosas y piensa “Podrían pagarme por mi creatividad, en vez de ser ignorado y rechazado”.
En un momento dado se dice a sí mismo: “El resto de mi vida podría ser así”.
Se emociona y toma una actitud mucho más participativa a partir de ese momento.

Pero a los pocos minutos la encargada del proyecto les pide pensar en un nuevo nombre para un producto nefasto.
Todo el equipo está atento esperando las buenas ideas de Jonathan, pero su inspiración había desaparecido por completo. Simplemente no hacía clic con el producto en cuestión.
Y entonces, con una actitud completamente distinta se vuelve a decir a sí mismo: “El resto de mi vida podría ser así”.

Me encantó esta parte porque nos permite ver esa lucha interna de quienes aparentemente se ven forzados a decidir entre una vida con un “buen trabajo” y una vida con un trabajo apasionante.
Conozco a muchas personas que se han visto en una lucha similar. Que quisieron estudiar música, literatura, dibujo, arquitectura, emprender un negocio propio, dedicarse eso que tanto aman.
Y por la presión que genera su propio entorno, terminaron renunciando a su pasión.
Muchas veces encontrando un cierto éxito profesional con un buen puesto de trabajo, una vida cómoda. Pero sabiendo que fue a costa de hacer lo que realmente amaban hacer.

Sí, suena a drama de película, pero es la verdad.

Y es un tema delicado. Yo no me atrevo a pensar o decir que quienes hicieron eso están mal.
Agradezco a Dios que mi entorno siempre me ha facilitado las cosas para ser fiel a mi decisión de dedicarme a lo que me apasiona. Pero sé que no es así para todos.
Y entregarte a tu pasión incondicionalmente cuando tus herramientas de vida o tu entorno no suman debe ser abrumador.

De lo que sí estoy seguro es de que todos debemos darnos la oportunidad de cuestionarnos qué es lo que realmente queremos hacer con nuestra vida.
Porque solo tenemos una.
Y por eso me encantó esta parte de la película. Porque Jonathan, a pesar de estar cansado del estilo de vida que tiene, a pesar de verse frente a una excelente oportunidad para mejorar muchos aspectos de su día a día, decide rechazar ese camino porque su prioridad, su amor está en usar su creatividad para algo más trascendente que ponerles un nombre creativo a productos comerciales.
Sabe que su misión en esta vida está en otro lado.

2-Cuando su amigo le dice que es VIH Positivo
El arte se desarrolla en medio del lado más sensible del hombre, y eso puede llevarnos a crear lo más hermoso para los demás, o a encerrarnos en nosotros mismos de la peor manera.
E insisto en esta idea, creo que los artistas más expuestos a este vaivén de un extremo a otro pueden ser los que trabajan en el teatro.
Su arte les exige vivir sus emociones al máximo, les exige ser ellos y dejar de serlo de un momento a otro.
Para mí, como músico, me es muy fácil desconectarme de mi momento artístico al dejar mi instrumento a un lado. Es como un botón de encendido y apagado.
Pero para alguien que trabaja con su propio cuerpo, no creo que exista una opción de encendido y apagado automático.

Jonathan era músico, actuaba, escribía, dirigía y componía. Todo en uno. Pensaba y sentía por cada uno de sus personajes, sus músicos y por él mismo. Era comprensible que su cabeza estuviera en otro mundo más ocasiones de las que uno esperaría.

Esta pasión con la que estaba viviendo todo el proceso de su obra lo llevó a volverse un poco egoísta.
Cuando su mejor amigo intentó compartirle la noticia más importante de su vida, Jonathan ni siquiera le dio oportunidad de hacerlo.
Días después Michael se lo dijo casi a la fuerza, en medio de una discusión y para Jonathan fue devastador.
Se dio cuenta de qué tan mal amigo había sido últimamente.

Esa escena me hizo confrontarme.
Para mí es muy fácil volcarme en mi trabajo y desconectarme del mundo.
Puedo pasar días enteros sin salir de mi casa o sin ver a nadie y no siento la necesidad de hacerlo.
Hasta que lo hago me doy cuenta de cuanto lo necesitaba, pero si no me obligo o me obligan, sin problemas podría vivir trabajando.

Hace tiempo hablé con un viejo amigo. Llevábamos años sin cruzar palabras, no hubo ningún conflicto previo ni nada, simplemente las circunstancias nos fueron alejando. Él vive en Chihuahua y yo en Guadalajara, así es que la distancia también tuvo mucho que ver.

Al estar poniéndonos al corriente de nuestra vida yo le hice saber que lo estimaba mucho y que fue una persona muy importante en una etapa en la que viví allá en Chihuahua y que le agradecía mucho por todo su apoyo.
Él, en vez de reaccionar como yo hubiera esperado, con palabras de agradecimiento reciproco, me reclamó duramente el no haberle hecho saber eso antes.
Yo no entendía el por qué de su reacción, me sacó mucho de onda.
Inmediatamente después me contó que unos años atrás entró en una depresión muy fuerte. No le encontraba sentido a su vida, se sintió muy solo y estuvo a punto de quitarse la vida.

Sé que él no esperaba nada de mi como amigo durante todo ese tiempo igual que yo no esperaba nada de él. Creo que ambos nos percibíamos como ese tipo de amigos circunstanciales con los que coincides una etapa de tu vida y listo.
Sin embargo, sí me quedé pensando en ese fenómeno extraño que nos hace no decirle las cosas a la gente.

Ese día fui muy honesto, de verdad lo apreciaba y le estaba muy agradecido por el apoyo que me dio años atrás. Pero ¿por qué esperarme a decírselo en un encuentro random? ¿por qué no haberlo buscado desde mucho antes para hacérselo saber?

Esta parte de la película me ha hecho intentar pensar en todas las personas a las que les tengo un cariño real y que no les he dado la oportunidad de saberlo porque simplemente el ritmo de mi vida es demasiado acelerado.

Y sé que es casi imposible hablar todos los días con todas esas personas que conocemos y a las que les tenemos cierto cariño. Pero no es nada difícil reportarse de vez en cuando, aunque sea una vez al año. O incluso una vez más solo para decirles lo que sentimos por ellos y agradecerles lo que tengamos que agradecer.

Agradecer siempre será como un bálsamo para nuestro corazón y como un abrazo en el momento oportuno para quién recibe esas gracias.

3-El encuentro con su agente.
Después de la presentación de su taller, en donde todo parece haber salido de la mejor manera, Jonathan se topa con una inesperada situación.

A todo mundo le gustó su obra. Las felicitaciones y sonrisas abundaban y él por fin veía la luz al final del túnel.
Pero en su ajetreada mente nunca contempló uno de los posibles escenarios: a nadie le interesó comprar los derechos de su obra.

Parecía ilógico y era devastador para él. Está en completa bancarrota, su novia lo ha dejado, sus dos mejores amigos están enfermos de VIH; simplemente ya no puede más.

Y en medio de esa desesperación llegan las palabras que, a mi parecer, le ayudan a Jonathan a encontrar las fuerzas necesarias para salir adelante.

Visita a su agente para ver si hubo alguna oferta por su obra y ella, entre felicitaciones y promesas de un gran futuro, le hace saber que nadie está interesado.
Su trabajo es interesante y bueno, pero no es lo que Broadway busca.
Jonathan, desconcertado por sus palabras le pregunta «y entonces, ¿qué sigue?».
Rosa, sin muchos miramientos le responde: «Comenzar a escribir tu siguiente obra. Y cuando la termines, comenzar la siguiente. De eso se trata ser escritor».

Esta parte de la película me hizo pensar en cuán preparados debemos estar para cualquier escenario que se nos presente.

Como les decía antes, no hay un paso intermedio entre el no hacer y el hacer.
Es difícil animarnos a comenzar, necesitamos muchos ánimos, confianza y emoción.
Pero también es muy difícil llegar a presenciar los primeros resultados de lo que hemos comenzado.

Jonathan nunca contempló la opción de que a nadie le interesaría su trabajo.
Por lo menos no como sucedió.
Quizá pensó que podían suceder dos cosas: o les encantaba y lo contrataban, o lo odiaban y lo rechazaban. Pero parece que encantarles y ser rechazado no era parte del plan.

Debió ser un golpe durísimo, y de seguro en un inicio fue muy difícil asimilar las palabras de su agente.
La clave para salir de ahí fue entender que ese solo era un primer paso.
Que las cosas que valen la pena siempre requieren de mucho tiempo. Por lo regular mucho más del que nosotros consideramos.

Echémosles un vistazo a los grandes planes de Dios.
¿Cuántos años esperó Noé antes de que llegara el diluvio?
¿Y cuánto tiempo pasó desde que Moisés sacó a su pueblo de Egipto y llegaron a la Tierra Prometida?
¡A María misma!
Le prometieron ser la madre de quien se revelaría como el Hijo de Dios y pasaron años sin que nada extraordinario sucediera.

Dios se toma su tiempo con sus planes. Y así como Jonathan, tu y yo somos parte de esos planes.

Ya sea que estés en medio de un proyecto o apenas aterrizando algunas ideas, date el tiempo de hacer parte de todo eso a Dios, y ten paciencia.

Quizá estás a punto de darte cuenta de que todo lo que has hecho es apenas el primer paso. No te desilusiones. No te rindas.
A diferencia de Jonathan, nosotros ya sabemos que las cosas seguramente no van a salir como lo esperamos. Pero también tenemos el consuelo de saber que «todo sucede para bien de los que aman a Dios» como dice la Biblia.
Así es que si lo que resulta de tus esfuerzos resulta un aparente éxito o fracaso, dale gracias a Dios, pídele que te ayude a mantenerte siempre con una recta intensión y acepta que ese no será el último paso que des.
Hay que comenzar a escribir el siguiente guion de nuestra vida, y cuando terminemos ese, comenzar el que sigue.

Conclusiones
Esta historia es un ejemplo muy claro de lo que siempre he dicho:
«las metas se cumplen, los sueños se viven».
Jonathan estaba aferrado a “cumplir su sueño”, que era el presentar su taller y que un famoso productor lo contratara.
Vivió el taller con todas las emociones posibles, y aun así nadie lo contrato. Sin embargo, elogiaron muchísimo su trabajo.
Por un momento se sintió derrotado y consideró renunciar. Incluso en un momento lo dice tal cuál: “No puedo volverlo a hacer. No puedo vivir otros 5 años siendo camarero”.
Y yo pienso que este tipo de ideas vienen de pensar que un sueño es algo que se cumple.

Cuando Jonathan comprendió que el taller era solo una meta y que el sueño realmente era ser compositor teatral su perspectiva cambió.
Vivir su sueño ya no dependía de que alguien lo contratara, sino de tener la oportunidad de escribir su música.
Se pudo dar cuenta de que su sueño no iba a “cumplirse” cuando firmara un contrato, sino que ya lo estaba viviendo desde que comenzó a anhelar dedicar su tiempo a hacer música.
Y cosas como trabajar de camarero ya no representaban “un sueño todavía no cumplido” sino que ahora las podía ver como un medio para cumplir las metas que se proponga.

En definitiva, me encantó esta historia. Es algo muy fuerte saber que es una historia real, que estas cosas tan teatrales y dramáticas suceden en la vida real, pero por lo mismo llega a ser una historia mucho más inspiradora.
Definitivamente vale la pena verla más de una vez y darnos el tiempo de sacarle tantas enseñanzas como nuestra mente nos lo permita.