Santos
Primera Lectura
En aquellos días, Moisés se volvió y bajó del monte con las dos tablas de la alianza en la mano. Las tablas estaban escritas por ambos lados; eran hechura de Dios, y la escritura era escritura de Dios, grabada en las tablas. Al oír Josué el griterío del pueblo, dijo a Moisés: "Se oyen gritos de guerra en el campamento." Contestó él: "No es grito de victoria, no es grito de derrota, que son cantos lo que oigo." Al acercarse al campamento y ver el becerro y las danzas, Moisés, enfurecido, tiró las tablas y las rompió al pie del monte. Después agarró el becerro que habían hecho, lo quemó y lo trituró hasta hacerlo polvo, que echó en agua, haciéndoselo beber a los israelitas. Moisés dijo a Aarón: "¿Qué te ha hecho este pueblo, para que nos acarreases tan enorme pecado?" Contestó Aarón: "No se irrite mi señor. Sabes que este pueblo es perverso. Me dijeron: "Haznos un Dios que vaya delante de nosotros, pues a ese Moisés que nos sacó de Egipto no sabemos qué le ha pasado." Yo les dije: "Quien tenga oro que se desprenda de él y me lo dé"; yo lo eché al fuego, y salió este becerro."
Al día siguiente, Moisés dijo al pueblo: "Habéis cometido un pecado gravísimo; pero ahora subiré al Señor a expiar vuestro pecado." Volvió, pues, Moisés al Señor y le dijo: "Este pueblo ha cometido un pecado gravísimo, haciéndose dioses de oro. Pero ahora, o perdonas su pecado o me borras del libro de tu registro." El Señor respondió: "Al que haya pecado contra mí lo borraré del libro. Ahora ve y guía a tu pueblo al sitio que te dije; mi ángel irá delante de ti; y cuando llegue el día de la cuenta, les pediré cuentas de su pecado."
Salmo
En Horeb se hicieron un becerro,
adoraron un ídolo de fundición;
cambiaron su gloria por la imagen
de un toro que come hierba.
Se olvidaron de Dios, su salvador,
que había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en el país de Cam,
portentos junto al mar Rojo.
Dios hablaba ya de aniquilarlos;
pero Moisés, su elegido,
se puso en la brecha frente a él,
para apartar su cólera del exterminio.
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente: "El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas."
Les dijo otra parábola: "El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente." Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: "Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo."
Comentarios