¡La vida comienza a los cuarenta años!

La vida comienza a los cuarenta años. Eso es lo que el P. Tony Coney estaba a punto de descubrir cuando su avión aterrizó en Lima. Como sacerdote Columbano recién ordenado se había despedido de su familia y amigos en Irlanda y había viajado a Perú para comenzar su misión allí en su cuadragésimo cumpleaños.

Como monaguillo dedicado, a la edad de diez años, esta hubiera podido ser la forma de vida que Tony se habría imaginado; pero en el momento en que cumplió los veinte años, ya no le parecía ni siquiera una posibilidad remota. Para entonces, había renunciado a toda práctica religiosa, no tenía empleo fijo debido a su fracaso para completar su educación secundaria, y se dedicó a beber en exceso. Durante los siguientes años de su vida, continuó su espiral de descenso y se sentía cada vez más impotente para aplicar los frenos.

Entonces, una noche, Tony tuvo un sueño misterioso en el que se le daba una probadita de una vida que era pacífica y esperanzadora. Poco después, se internó en un centro de rehabilitación buscando ayuda para superar su adicción al alcohol. Esto significaba cortar los lazos con muchos de sus amigos y evitar los lugares donde solían reunirse. También significó la búsqueda de un nuevo propósito y dirección, por lo que volvió a la escuela con el fin de completar su educación secundaria. Durante los siguientes tres años, paso a paso, y con la ayuda y el apoyo de los demás, Tony recuperó el control sobre su vida.  

Un día acertó a pasar por la iglesia donde había sido bautizado y sirvió como monaguillo. A pesar de que no había ido a la iglesia por más de una década, se encontró preso de una fuerte urgencia de entrar. Allí encontró a Dios que lo esperaba con los brazos abiertos y misericordiosos. Durante los meses siguientes, a medida que crecía en él conciencia del increíble amor de Dios hacia él, también sintió el deseo de corresponderle entregándose todo a Él. Poco tiempo después solicitó entrar en el seminario para ser sacerdote misionero Columbano y, para su sorpresa, fue aceptado.

Después de la ordenación P. Tony fue enviado en misión a Perú donde ha vivido más de veinte años como sacerdote misionero Columbano misionando entre los pobres. “La vida comienza en el momento en que uno acepta la misericordia de Dios”, dice, “¡Puede ser el día en que uno cumple veinte o cuarenta u ochenta ... pero también podría ser hoy!”

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