Oh, Madre del Perpetuo Socorro,
permite que pueda invocar tu nombre poderosísimo,
que es la salvaguardia de los vivos
y la salvación de los moribundos.
Oh, purísima María, Oh dulcísima María,
deja que tu nombre esté siempre en mis labios.
Oh bienaventurada Señora, no tardes en ayudarme,
siempre que te invoque;
porque, en todas mis tentaciones,
en todas mis necesidades,
nunca dejaré de invocarte,
siempre repitiendo tu sagrado nombre, María, María.
Oh cuánto consuelo,
cuánta dulzura,
cuánta confianza,
cuánta emoción,
llena mi alma cuando pronuncio tu sagrado nombre,
o incluso cuando pienso en ti.
Doy gracias al Señor por haberte dado,
para mi bien tan dulce,
tan poderosa, tan encantador nombre.
Pero no me conformaré con simplemente pronunciar tu nombre.
Deja que mi amor por ti me lleve a saludarte,
Madre del Perpetuo Socorro.
Amén.
permite que pueda invocar tu nombre poderosísimo,
que es la salvaguardia de los vivos
y la salvación de los moribundos.
Oh, purísima María, Oh dulcísima María,
deja que tu nombre esté siempre en mis labios.
Oh bienaventurada Señora, no tardes en ayudarme,
siempre que te invoque;
porque, en todas mis tentaciones,
en todas mis necesidades,
nunca dejaré de invocarte,
siempre repitiendo tu sagrado nombre, María, María.
Oh cuánto consuelo,
cuánta dulzura,
cuánta confianza,
cuánta emoción,
llena mi alma cuando pronuncio tu sagrado nombre,
o incluso cuando pienso en ti.
Doy gracias al Señor por haberte dado,
para mi bien tan dulce,
tan poderosa, tan encantador nombre.
Pero no me conformaré con simplemente pronunciar tu nombre.
Deja que mi amor por ti me lleve a saludarte,
Madre del Perpetuo Socorro.
Amén.
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