Oh, Dulcísimo Jesús

Oh, dulcísimo Jesús,
viniste a este mundo
a dar a todas las almas la vida de Tu gracia,
y a quienes, preserven y nutran en ellas,
has podido ser la sanación diaria de sus enfermedades rutinarias
y su diario sustento;
humildemente te pedimos,
por Tu Corazón encendido de amor por nosotros,
derrames en ellos todo Tu Divino Espíritu,
para que quienes están infelizmente en pecado mortal,
regresen a Ti y recuperen la vida de la gracia que han perdido,
y aquellos que, por Tu don,
están ya viviendo esta vida Divina,
puedan acercarse diariamente a Tu mesa sagrada,
por medio de la Comunión diaria,
puedan recibir el antídoto diario para sus pecados veniales,
y cada día puedan fomentar en sí mismos la vida de la gracia;
y puedan llegar por fin a la posesión de la vida divina
que es la felicidad contigo.


Amén.