¡Oh, Bienaventurada Virgen María,
Inmaculada Madre de Dios,
que soportaste un martirio de amor y dolor,
contemplando los sufrimientos y dolores de Jesús!
Cooperaste en el beneficio de mi redención
por tus innumerables aflicciones
y ofreciendo al Eterno Padre Su Hijo Unigénito
como un holocausto y víctima de mitigación por mis pecados.
Te agradezco por el amor indescriptible
que te llevó a privarte de tu Hijo,
Jesús, verdadero Dios y Hombre, para salvarme, pecador.
¡Oh! Aprovecha la inquebrantable intercesión de tus dolores
con el Padre y el Hijo,
para que pueda enmendar firmemente mi vida
y nunca crucificar a mi amado Redentor con nuevos pecados;
y que, perseverando hasta la muerte en Su gracia,
pueda obtener la vida eterna por los méritos de Su Cruz y Pasión.
Madre de amor, de dolor, y de misericordia, ruega por nosotros.
Amén.
Inmaculada Madre de Dios,
que soportaste un martirio de amor y dolor,
contemplando los sufrimientos y dolores de Jesús!
Cooperaste en el beneficio de mi redención
por tus innumerables aflicciones
y ofreciendo al Eterno Padre Su Hijo Unigénito
como un holocausto y víctima de mitigación por mis pecados.
Te agradezco por el amor indescriptible
que te llevó a privarte de tu Hijo,
Jesús, verdadero Dios y Hombre, para salvarme, pecador.
¡Oh! Aprovecha la inquebrantable intercesión de tus dolores
con el Padre y el Hijo,
para que pueda enmendar firmemente mi vida
y nunca crucificar a mi amado Redentor con nuevos pecados;
y que, perseverando hasta la muerte en Su gracia,
pueda obtener la vida eterna por los méritos de Su Cruz y Pasión.
Madre de amor, de dolor, y de misericordia, ruega por nosotros.
Amén.
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