¡Fiel San Raymundo, dispensador del Misterio de la reconciliación!
Fue desde el Corazón de un Dios Encarnado,
que sacaste la dulce caridad,
que te convirtió en amigo de los pecadores.
Amaste a tus semejantes,
y trabajaste por satisfacer sus necesidades,
ya sea de alma o cuerpo.
Iluminado por los rayos del Sol de Justicia,
Nos has enseñado como discernir entre el bien y el mal,
Dándonos esas reglas por las que nuestras heridas son juzgadas y sanadas.
Roma era la admiradora de tu conocimiento de sus leyes,
y es una de sus glorias
que ella recibió de tus manos el Código Sagrado
por la cual gobierna las Iglesias del mundo.
Amén.
Fue desde el Corazón de un Dios Encarnado,
que sacaste la dulce caridad,
que te convirtió en amigo de los pecadores.
Amaste a tus semejantes,
y trabajaste por satisfacer sus necesidades,
ya sea de alma o cuerpo.
Iluminado por los rayos del Sol de Justicia,
Nos has enseñado como discernir entre el bien y el mal,
Dándonos esas reglas por las que nuestras heridas son juzgadas y sanadas.
Roma era la admiradora de tu conocimiento de sus leyes,
y es una de sus glorias
que ella recibió de tus manos el Código Sagrado
por la cual gobierna las Iglesias del mundo.
Amén.
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