Oh, Señor, mi Dios,
no soy digno de que entres en mi alma,
pero me alegro de que hayas venido a mí
porque en Tu amorosa bondad
deseas morar en mí.
Me pides que abra la puerta de mi alma,
que sólo Tú has creado,
para que puedas entrar en ella
con tu amorosa bondad
y disipar la oscuridad de mi mente.
Creo que Tú harás esto
porque no rechazaste a María Magdalena
cuando se acercó a Ti llorando.
Tampoco negaste el perdón al recaudados de impuestos
quien se arrepintió de sus pecados o del buen ladrón
quien pidió ser recibido en Tu reino
De hecho, Tú contastes entre Tus amigos
a todos los que vinieron a Ti con corazones arrepentidos.
Oh, Dios, Tú solo eres bendecido siempre,
ahora y por siempre.
Amén.
no soy digno de que entres en mi alma,
pero me alegro de que hayas venido a mí
porque en Tu amorosa bondad
deseas morar en mí.
Me pides que abra la puerta de mi alma,
que sólo Tú has creado,
para que puedas entrar en ella
con tu amorosa bondad
y disipar la oscuridad de mi mente.
Creo que Tú harás esto
porque no rechazaste a María Magdalena
cuando se acercó a Ti llorando.
Tampoco negaste el perdón al recaudados de impuestos
quien se arrepintió de sus pecados o del buen ladrón
quien pidió ser recibido en Tu reino
De hecho, Tú contastes entre Tus amigos
a todos los que vinieron a Ti con corazones arrepentidos.
Oh, Dios, Tú solo eres bendecido siempre,
ahora y por siempre.
Amén.
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