¡Amado Señor!
Hazme recordad,
Cuando el mundo parece frío y triste
y no sé s dónde acudir por consuelo,
que hay siempre un punto brillante y alegre,
el Santuario.
Cuando estoy en desolación de espíritu,
cuando los que son queridos para mí han muerto
como flores de verano
y ninguno queda para amarme y cuidarme,
susurra a mi alma atribulada
que hay un Amigo que no muere,
uno cuyo Amor nunca cambia
Jesús en el altar.
Cuando la tristeza se espesa y me aplasta con su carga,
cuando busco en vano consuelo,
déjame recordar Tus palabras:
“Vengan a Mí,
Todos los que estén cansados y agobiados,
que Yo los aliviaré.”
Amén.
Hazme recordad,
Cuando el mundo parece frío y triste
y no sé s dónde acudir por consuelo,
que hay siempre un punto brillante y alegre,
el Santuario.
Cuando estoy en desolación de espíritu,
cuando los que son queridos para mí han muerto
como flores de verano
y ninguno queda para amarme y cuidarme,
susurra a mi alma atribulada
que hay un Amigo que no muere,
uno cuyo Amor nunca cambia
Jesús en el altar.
Cuando la tristeza se espesa y me aplasta con su carga,
cuando busco en vano consuelo,
déjame recordar Tus palabras:
“Vengan a Mí,
Todos los que estén cansados y agobiados,
que Yo los aliviaré.”
Amén.
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