Ten Piedad de Mí, Dulce Madre

María, santísima Virgen y Reina de los Mártires,
Acepta el sincero homenaje de mi afecto.
En tu Corazón, traspasado por tantas espadas,
Da la bienvenida a mi pobre alma.

Recíbelo como el compañero de tus dolores,
Al pie de la Cruz, en la que Jesús murió
Por la redención del mundo.

Contigo, oh, Virgen dolorosa,
Con gusto sufriré todas las pruebas,
Contradicciones, y enfermedades
Que a Nuestro Señor le complazca mandarme.
Te las ofrezco en memoria
De tus dolores, para que
Cada pensamiento de mi mente
Y cada latido de mi corazón
Sea un acto de compasión y amor por ti.

Ten piedad de mí, dulce Madre,
Reconcíliame con tu Divino Hijo, Jesús;
Mantenme en su gracia y asísteme en mi última agonía,
Para que pueda encontrarme contigo en el Cielo
Y cantar tus glorias.


Amén.