Clínica para Enfermos Mentales en Ayacucho, Perú

El 10 de octubre de 2008 la Clínica de Salud Mental de Ayacucho, en Ayacucho, Perú, celebró su quinto aniversario. Al recordar los cinco años pasados no puedo sino dar gracias a Dios por los muchos avances que nos han permitido iniciar y llevar a cabo los diferentes programas de la clínica.

La clínica representa un esfuerzo para subsanar la total ausencia de cuidados en salud mental que existe en áreas rurales de los países en vía de desarrollo. La clínica está ubicada en una región campesina de las montañas del sur de Perú, donde la gente siembra pequeñas parcelas y atiende rebaños de alpacas y borregos.

Durante los años de 1980 y a principios de los años 1990 esta región fue el epicentro de la violencia brutal entre los insurgentes maoístas y el ejército.

La Comisión de la Verdad y Reconciliación, establecida en 2001, ha estimado que 69 mil personas murieron a causa de la violencia. La mayoría eran campesinos pobres, de habla quechua, de Ayacucho y regiones cercanas.

A los sobrevivientes se les dejó solos para encarar el impacto causado por haber sido testigos del asesinato de esposos, padres, hijos y vecinos; de haber visto sus granjas y pertenencias ser incendiadas, o de buscar infructuosamente a seres queridos que fueron raptados por los soldados o los insurgentes maoístas. Información recabada en 2002 mostró altos índices de enfermedades mentales en las tierras altas afectadas por la violencia política.

Los problemas abarcan desde el alcoholismo, depresión, enfermedad postraumática, ansiedad, esquizofrenia hasta suicidios. Muchos de estos problemas están vinculados a altos niveles de violencia doméstica. La Comisión ha recomendado que se proporcione educación y cuidados mentales a las personas afectadas por la violencia, y asumió la causa en favor de la salud mental en el año 2003.

 

Inicio con Escasos Recursos

Después de haber pasado un año trabajando en el hospital psiquiátrico Noguchi en Lima, abrí la clínica psiquiátrica en Ayacucho en octubre de 2003, en coordinación con grupos religiosos y laicos de la localidad. La clínica inició con recursos mínimos, con personal voluntario de enfermería y un psiquiatra de Lima que prestó sus servicios gratuitamente.

La clínica proporciona servicios de salud mental a un área de los Andes peruanos que, como gran parte del mundo rural en desarrollo, nunca ha tenido acceso a servicios de psiquiatría. La clínica sirve a la población de Ayacucho y las provincias cercanas.

Servimos a más de 2 mil pacientes proporcionando evaluaciones psiquiátricas, tratamientos y rehabilitación. Las opciones de tratamiento incluyen farmacología, psicoterapia invidual y grupal, un programa para el abuso de substancias y alcohol, un programa para niños y adolescentes con discapacidades y deficiencias mentales, y un programa de rehabilitación de la esquizofrenia.

 

Involucrando a los Parientes

El programa de rehabilitación de la esquizofrenia incluye sesiones de terapia individuales, grupales, familiares y multifamiliares; capacitación ocupacional y otras actividades de rehabilitación que incluyen tejido, manualidades, carpintería y educación computacional. El objetivo es ayudar a los participantes a recobrar capacidades que han perdido y que les permitan reincorporarse en la sociedad. Cada pequeño paso que da un paciente hacia adelante es motivo de celebración.

Dentro de la ciudad de Huamanga servimos a individuos que pueden acudir por si solos a la clínica, así como a los residentes del asilo de ancianos, del orfanatorio y de la prisión. También efectuamos visitas a los hogares de individuos que padecen enfermedades mentales y que no pueden acudir a la clínica. Cuando un nuevo paciente llega, un miembro
del equipo visita el hogar de la persona y habla con los parientes para involucrarlos en la recuperación del paciente.

Dado que no tenemos un lugar para hospitalizar a los enfermos, la familia debe estar comprometida en su tratamiento. El ochenta por ciento de la recuperación depende de la familia.

 

Creando Conciencia

Sin embargo, los parientes son a menudo los primeros en negar que exista un problema. Los casos agudos requieren hospitalización, pero el hospital local, que no cuenta con una ala psiquiátrica, a menudo rechaza a los enfermos o insiste que una enfermera de la Comisión se quede con el paciente por las noches.

Aunque esto es una exigencia más para un ya de por sí sobrecargado equipo, nuestro joven personal de enfermería acepta gustoso.

Algunas de las personas que buscan nuestra ayuda han estado deambulando por las calles de Ayacucho. Unas cuantas han sido traídas por autobus desde aldeas distantes por parientes que atan o encadenan las manos y pies del paciente para controlarlo durante el viaje. Muchas personas temen a estos pacientes, pero esto no sucede en nuestra clínica. Al paciente lo tratamos con la dignidad del ser humano que es y le ayudamos a restaurar sus habilidades sociales y funcionales.

Cuando iniciamos, las enfermedades mentales eran un tema tabú. Nos enfrentamos al reto doble de crear conciencia sobre el problema al mismo tiempo que proporcionábamos tratamientos. Llevamos a cabo presentaciones sobre salud mental en escuelas locales, en ferias y con grupos de padres.

Con la entrega de profesionistas locales y grupos religiosos podemos hacer sensible a una gran parte de la población sobre la importancia de una buena salud mental. Creemos que sin salud mental simplemente no hay salud.

Una vez más expreso mi más sincera gratitud a la mucha gente generosa que nos ha brindado ayuda todos estos años. Con su ayuda generosa y la de Dios hemos podido mejorar la calidad de vida de muchas personas en Ayacucho.

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