La Región de EEUU de la Sociedad Misionera de San Columbano se une a las familias y las víctimas de la violencia que dejó a 31 personas muertas y muchas más heridas en El Paso y Dayton durante el fin de semana. También denunciamos la cultura del odio racial promovida por los líderes de nuestra nación quienes emplean unas políticas de división e intolerancia hacia los inmigrantes y las personas de color.
Como misioneros Columbanos trabajando en la frontera de El Paso y Ciudad Juárez, y como Columbanos defensores trabajando en Washington, DC, inequívocamente condenamos las demonstraciones de asesinatos sin sentido de 31 miembros de nuestras familias en la frontera y Dayton, Ohio, víctimas de una masacre y del terrorismo doméstico cometido por dos hombres armados con armas automáticas y guiados por el odio hacia los inmigrantes en nuestra frontera sureña y la violencia hacia otros, incluyendo los Americanos Africanos, en una ciudad del Medio Oeste.
Estos actos de terrorismo doméstico y odio racial, sin embargo, no fueron actos aislados. Fueron influenciados por una cultura de odio y violencia hacia los inmigrantes, los Latinos, los Americanos Africanos, los musulmanes y los judíos. Este racismo y violencia abierta no tiene ningún espacio en nuestra sociedad, particularmente cuando ha sido expresado, habilitado o aprobado por los líderes de nuestra nación.
Hemos hecho un ídolo de las pistolas y fallado en proteger a nuestra gente. Debemos responsabilizar a nuestros representantes electos y retar su falla al no hablar en contra de quienes se benefician de la proliferación y el acceso fácil a las pistolas y las armas automáticas que literalmente nos están matando. Mientras fallemos en dirigirnos al asunto subyacente de la violencia de armas en nuestro país, continuaremos viendo tiroteos masivos y masacres como las que vimos este fin de semana en El Paso y Dayton. La violencia de armas, la supremacía blanca y el odio racial están interconectados.
El Padre Bob Mosher, director del Centro Misionero Columbano en El Paso, dijo: “las palabras pueden ser un acto de violencia, acusando a grupos sociales y étnicos enteros de ser violadores y asesinos. Los muros también pueden ser actos de violencia, obligando a las familias que buscan asilo a esperar en una de las ciudades más peligrosas del mundo mientras sus peticiones son procesadas por meses y años.”
Estamos igualmente indignados por la falla inicial de nuestros líderes, incluyendo nuestro Presidente, de condenar fuertemente por nombre el terrorismo doméstico. Estos no fueron simplemente hombres armados actuando solos ni las acciones de personas mentalmente inestables. Fueron actos de odio, racismo y violencia que nacen de una cultura de racismo y violencia perpetuada por racistas y grupos nacionalistas blancos, habilitados o aprobados por muchos de los líderes políticos de nuestra nación ya sea mediante sus declaraciones o su silencio.
No hay lugar en nuestra sociedad para palabras de odio o actos violentos ni para pistolas o armas automáticas que ponen las vidas de personas inocentes en riesgo. Hay más pistolas en nuestro país que gente. Debemos, por fin, alzar nuestras voces y decirle NO a quienes defienden las armas en vez de a las personas.
Somos el pueblo de Dios que abraza y sostiene la dignidad de cada persona. Somos la gente de un Evangelio que nos invita a defender y proteger la vida, especialmente de los más vulnerables. Somos una iglesia que, en las palabras de Papa Francisco, está comprometida “a hacer de la no violencia activa nuestra forma de vida.”
Nuestra creencia en Dios es una dependencia en una fuente poderosa de fuerza y luz que nos mantendrá en el camino de la solidaridad con los pobres y los refugiados, sin importar lo que pase. Ahora es el momento para ser valientes y proféticos y hacer que se escuchen nuestras voces.
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