Algo tan simple como lápices de colores y crayolas es de gran importancia para los niños que nunca van a la escuela, nunca ven un libro, y nunca aprenden a leer, escribir y contar.
Mi nombre es Louie Ybanez y soy un seminarista Columbano de las Filipinas. Como parte de mi formación para ser misionero, se me ha asignado a hacer una experiencia pastoral por dos años en la parroquia de San Columbano en la ciudad de Matli, en la provincia desértica del Sindh en el sur de Pakistán.
La mayor parte de nuestro trabajo en la parroquia es con las familias que viven en un tipo de esclavitud moderna. La mayoría de nuestros feligreses tienen que trabajar obligadamente para pagar deudas de dinero a los propietarios ricos, y estos a su vez los tratan como si fuesen su propiedad personal. Estos feligreses son miembros de la comunidad étnica Parkari Kohli, un grupo tribal empobrecido y minoritario. Ellos viven en pequeños pueblos de dos o tres familias en casas hechas de barro. La tierra en que viven es propiedad de sus empleadores.
Nuestro principal trabajo pastoral en la parroquia es ir a visitar los pueblos de Parkari Kohli. La mayoría de los pueblos están a una hora en auto de la parroquia en medio de vastas tierras de cultivo. Normalmente salimos de la casa parroquial a las cuatro de la tarde y regresamos a la parroquia a altas horas de la noche, dependiendo de la distancia recorrida. Una visita significa sentarse durante al menos una hora o más conversando con la gente local. Significa tratar de llegar a conocerlos y saber sobre su vida cotidiana. Después, comemos con las personas de la aldea y continuamos con la celebración de la Eucaristía.
Mantener la relación con nuestros católicos de Parkari Kholi es muy importante. Es por ello que estas visitas son tan importantes. He estado visitando aldeas casi todos los días durante el mes pasado desde que fui asignado aquí y nunca he visitado el mismo pueblo dos veces.
Nuestras visitas a las aldeas ayudan a recordar a estos trabajadores en servidumbre del amor y cuidado de Dios por ellos y de su dignidad como hijos amados de Dios. Al mismo tiempo, debido a la pobreza extrema y la desnutrición de nuestros feligreses y de sus vecinos que encontramos en estas visitas, ofrecemos la tan necesaria asistencia sanitaria siempre que nos es posible.
Cuando llegamos a un pueblo, nos reciben con el típico saludo de bienvenida, “Isu ni jee”, que significa “Larga vida a Jesús.” Se nos lleva entonces a sentarnos en una cama de cuerdas llamada charpai, que se encuentra afuera de la casa. La cama está cubierta por un paño colorido llamado rali que demuestra la gran capacidad artística de la gente de Parkari Kohli. Me llama grandemente la atención las diferentes formas en que se combinan los colores y los patrones geométricos. Es realmente una obra de arte de la que pueden estar orgullosos.
Durante la conversación que sigue, se sirve un té chai caliente. Un gran número de niños por lo general se reúnen alrededor de la conversación de los adultos. Con el permiso de sus padres, por lo general traemos para los niños libros para colorear con historias de la Biblia. Como no hay mesas ni sillas, los niños se sientan en silencio en los pisos de barro seco. Ellos aman esta actividad. Muy pocos de estos niños, especialmente las niñas, tienen la oportunidad de ir a la escuela. Las pocas escuelas están muy lejos de estos pueblos.
Es sorprendente, pero para muchos niños ¡esta es la primera vez en sus vidas que usan crayolas o lápices de colores! Estos niños, al igual que sus padres, son casi siempre analfabetos, y colorear les produce gran alegría. Estos libros estimulan su imaginación y al contarles las historias bíblicas que han pintado les ayuda a crecer en su fe. Durante la celebración de la Eucaristía, los catequistas utilizan las imágenes recién coloreadas por los niños para profundizar su comprensión de nuestra fe.
Cada vez que salgo de un pueblo por lo general me siento un poco triste. Algo tan simple como crayolas y lápices de colores significa tanto para los niños que nunca van a la escuela, nunca ven un libro, y nunca aprenden a leer, escribir y contar. Me pregunto cuándo voy a estar de vuelta y tendré otra oportunidad para llegar a estas familias que viven en tanta pobreza, sufriendo tanta opresión y discriminación.
Esta zona árida es regada por canales de riego que aquí hacen posible la agricultura. En mis viajes por esta zona, cruzando estos canales, he llegado a pensar que estos canales son una alegoría apropiada para nuestras visitas a las aldeas. Nuestras visitas pastorales son indispensables, ya que es como el agua que da a la gente Parkari Kohli una oportunidad de crecer en su fe y en su confianza en Dios. También hace que la Iglesia sea más consciente de la difícil situación que padecen los de Parkari Kohli que llevan una vida de esclavitud, de opresión y sufriendo terribles injusticias. Como parroquia nos acercamos a llevar el Evangelio de la esperanza y de la liberación a nuestros feligreses.
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