(De nuestros archivos de Marzo 2004)
He colaborado con Alcohólicos Anónimos (AA) desde 1987, cuando empecé a sostener reuniones en la Ciudad Cagayán de Oro, en las Filipinas. Cuando fui reubicado a la ciudad de Ozámiz, ayudé a establecer un Centro de Tratamiento para la Adicción al Alcohol y las Drogas, al cual llamamos “IT WORKS!”, “¡DA RESULTADO!”
La fuerza motora detrás de este proyecto es la Hna. Violeta Navarro, quien pertenece a una comunidad de Hermanas filipinas dedicadas a servir a los más pobres de los pobres. Cuando la conocí, me dijo: “Fui criada en un barrio pobre de las Filipinas. El sufrimiento de las personas debido a la violencia por el alcoholismo y las drogas dejó una huella profunda en mi mente. Siempre he pensado, al conocer a esposas golpeadas y a familias desunidas, que debía hacer algo por esta gente pobre.”
Junto a René Francisco, un nativo de la ciudad de Ozámiz, quien es también asesor en adicciones a sustancias químicas, fundamos en 1997 el Centro de Tratamiento enfocándonos especialmente a ayudar a los trisecads, que son personas que pedalean tricicletas para transportar pasajeros, y para quienes el alcoholismo es en especial un problema.
Comenzamos en una pequeña casita rentada y después nos mudamos a un local más grande en la ciudad de Ozamiz.
Durante los últimos siete años hemos tenido gran éxito tratando a más de 235 adictos y sus familias, que ahora están en camino de recuperación de sus adicciones.
Hemos tenido historias milagrosas de recuperación. Comparto con usted una de ellas, la cual es una historia típica de adicción y recuperación, relatada por un ex adicto a quien llamaremos Pablo (no es su nombre verdadero):
“Mi nombre es Pablo y soy un ex adicto en vías de recuperación. Soy el menor de siete hijos y mi infancia estuvo llena de amor, cariño y sueños. Recuerdo que todos mis maestros me apreciaban porque sobresalía en la escuela, especialmente en ciencias, música, arte y deportes.
Fue en la secundaria cuando empecé a notar cambios en mi vida. Fui introducido al mundo de las drogas, pero en ese tiempo todavía las podía controlar. Eran para mí una diversión, ya que toda mi vida se centraba en ellas.
Pero mi vida era un barco que se hundía. Cuando llegué al fondo, sabía que tenía que buscar ayuda y un tratamiento, pero me rehusaba a aceptar que era una persona enferma. Tenía 25 años cuando acudí al Centro de Tratamiento del Padre Martín.
Aquí me ayudaron a darme cuenta que era un adicto que necesitaba ayuda. El tratamiento me enseñó que mi adicción a la droga podía ser curada. El programa de 12 pasos me sacó del foso donde había estado durante 10 años. Ahora que he conocido a mi “poder superior”, he dejado mis viejos vicios en el pasado.
Ahora que he dejado las drogas puedo sentir cerca de mí a Dios que nunca me abandonó. ¡Hoy mi vida es maravillosa! Haber acudido al Centro de Tratamiento realmente me ha dado resultado.
Muchas de las personas que entran a nuestro Programa tienen historias muy parecidas a la de Pablo. En el fondo, son personas buenas que extraviaron el rumbo a través de su adicción al alcohol y las drogas, pero que gracias a la labor de todos ellos están luchando con la ayuda de Dios para volver al buen camino.
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