“Namaskaaram, hermano...”
Ese es siempre el saludo que recibo al visitar familias en Raviravi, Fijí. La palabra proviene de una variación del saludo en sánscrito “namaskar.” En su forma original significa “inclinar la cabeza” -para dar la bienvenida con respeto-, la cual es una práctica común entre las culturas orientales.
Mi llegada a casa
La primera vez que estuve en Raviravi fue durante mi primera asignación misionera. Permanecí viviendo durante siete meses con una familia indofijiana en Raviravi, para mejorar mis conocimientos del lenguaje hindi y para participar en la vida de la comunidad católica de allá. Raviravi es una aldea localizada a 22 kilómetros de Ba. Es una aldea que vive de la pesca y de la caña de azúcar. La comunidad católica es muy pequeña, pero siempre me acogió amorosamente durante mi estancia.
Existe una distinción que hace la gente indofijiana cuando se refiere a sus orígenes. Aquellos cuyos antepasados llegaron del sur, tienen la piel más oscura que la de los del norte. Las costumbres y culturas también son diferentes. Raviravi es una aldea compuesta principalmente de hindúes y musulmanes del sur. Muchos de ellos están emparentados entre sí. Son gente sencilla, generosa y de buen humor, que siempre está dispuesta a compartir con los demás.
Durante la segunda parte de mi primera tarea misionera, fui asignado a la parroquia de Ba, para trabajar entre los hindúes y también para conocer la comunidad indofijiana. Permanecí en Ba hasta el final de mi primera asignación, en 1994. Después de terminar mi periodo, volví a Perú para ser ordenado sacerdote Columbano.
Ministerio sacerdotal
Cuando regresé a Fijí, ya como sacerdote Columbano, fui asignado de nuevo a la parroquia de Ba, en el lado occidental de Viti Levu, la isla mayor. Renové los contactos que había establecido con los miembros del mandali (grupo de oración) de Ba. Allí me enteré de la migración de algunos de ellos y de la muerte de otros. Poco a poco, empecé a adaptarme, visitándolos en sus hogares.
Yo era el responsable de las comunidades indofijianas de Raviravi y Ba. El Padre Frank Hoare era el párroco. Entre el tiempo que pasó cuando salí de Fijí para terminar mis estudios en Lima, hasta que regresé, muchos cambios habían ocurrido en los mandalies. Grupos fuertes tiraban en direcciones contrarias en Ba y en Raviravi. Se habían reabierto viejas heridas y ofensas entre los miembros de los mandalies en Ba y también en Raviravi, algunas veces por cosas sin importancia.
El primer año fue tiempo de familiarizarme. Habían elegido a un nuevo dirigente del mandali en Ba, un maestro de la aldea Votua, que hablaba inglés, hindi y fijiano con facilidad. Su carácter era muy comunicativo y amigable. Y en Raviravi, de característica principalmente hindú, habían elegido a un fijiano para ser presidente de la iglesia de San Antonio. Estos cambios que se han suscitado en los últimos años, son alentadores e implican a la vez retos.
Hacemos muchas visitas a casas en el pueblo de Ba y en sus seis áreas, y también en las áreas rurales fuera del pueblo de Ba. Los indofijianos son un pueblo muy hospitalario. En cada casa que visitamos nos ofrecen té azucarado, con leche y panecillos, y por las noches yaqona. Platicamos sobre sus vidas y hacemos una breve oración juntos. Esto ha reforzado nuestros lazos con ellos y con cada uno de los miembros del mandali.
La Cuaresma y Semana Santa son tiempos de gran actividad. Nos reunimos en las casas de los miembros del mandali para orar y celebrar Misa. El Padre Vicente Bachelor, el mayor de los Columbanos en Fijí, siempre nos auxilia en Raviravi para celebrar la Misa en hindi, especialmente durante la Semana Santa, durante las festividades mayores o cuando tengo que acudir a reuniones en Suva. Después de las reuniones, compartimos algunos postres, té y yaqona, la bebida tradicional de Fijí. Muy pronto comenzamos a celebrar Misa en las casas de los miembros del mandali.
Misa en casa: una ocasión especial
Las Misas en casas son muy importantes para los indofijianos católicos. Preparan la Misa muy bien. También invitan a hindúes, musulmanes y cristianos de otras iglesias a que asistan. Y sí asisten. Especialmente si la Misa tiene que ver con algún momento importante en la vida de la familia. Si la ocasión lo permite, algún miembro del mandali explica a nuestros hermanos y hermanas de otras creencias lo que celebramos los católicos y por qué lo celebramos. Después de eso, nuestras reuniones continúan y hacemos una pequeña colecta para ayudar a nuestra economía y contribuir a las actividades del mandali.
Alrededor del tazón de yaqona tenemos conversaciones informales concernientes a los problemas que las familias enfrentan, así como los problemas del mandali y de la parroquia. También hablamos sobre la falta de participación de los miembros de la comunidad indofijiana en las Misas de la parroquia, y tratamos de animarlos a que participen más activamente en la vida parroquial.
La fiesta Luz del Mundo
Cada mes de junio, la comunidad de Raviravi organiza una celebración por la fiesta de San Antonio, el santo patrón de la parroquia. El mandali de Ba asiste no sólo para estar presente, sino para ayudar con la preparación y para animar a la gente de Raviravi a mantener el espíritu de fraternidad. Esto es muy apreciado por la gente de Raviravi.
Juntos, los mandalies de Ba y Raviravi, organizan la Misa de Cristo, Luz del Mundo, celebrada alrededor de la fiesta hindú de Diwali, o Fiesta de las Luces. Es una excelente oportunidad para reforzar nuestra identidad cristiana y también para abrir las puertas a la dimensión intercultural de la Iglesia en Fijí. Este año, miembros católicos de las comunidades fijiana, rotumana y filipina, tomaron parte en la preparación y celebración de la Misa, y en la convivencia posterior a ella. Hubo buena participación de los miembros de los mandalies de Ba y Raviravi, y la satisfacción de haber realizado una buena labor.
Construyendo puentes
Los miembros del mandali han estado asistiendo a talleres interculturales, tratando de construir puentes para lograr una mejor comprensión y aceptación entre las culturas india y fijiana. Los mandalies visitan las aldeas fijianas para aprender y compartir con ellos aspectos de ambas culturas. En el oeste de Fijí la relación entre ambas razas es muy buena, aun cuando el idioma es a veces una barrera (los indofijianos hablan hindi y los fijianos su propio idioma; el inglés es el otro idioma oficial de las islas).
La buena voluntad y la comprensión entre ambas razas nos ayudan a construir puentes para compartir mejor nuestra fe y convivir entre todos como hermanos. Hemos tenido algo de éxito. Algunos miembros del mandali se han reconciliado y otros están participando mejor en la vida parroquial. Aunque el progreso es lento, pensamos que vamos por buen camino. Ahora los namaskaarams son mejores, porque sabemos que salen del corazón.
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