Myanmar (anteriormente Birmania) en el sudeste asiático es una nación de belleza deslumbrante, abundantes recursos y una población maravillosamente diversa. Hay ocho tribus principales y 135 sub-tribus. Esta es una nación colorida que alguna vez fue la envidia del sudeste asiático. A pesar de los grandes recursos, Myanmar busca ayuda de los países ricos.
Hace unos años, tuve el privilegio de visitar Myanmar y cené con el arzobispo Bo. Su nación ha sido herida por guerras civiles durante seis de las siete décadas de la existencia de este país. Se ha derramado mucha sangre y muchas lágrimas.
Los números son desalentadores: casi un millón de desplazados internos, casi un millón huyeron como refugiados y casi cuatro millones se vieron obligados a migrar por las dificultades, mientras que 22 conflictos internos continúan a fuego lento.
El sueño de la dignidad humana es difícil de alcanzar; La guerra ha frustrado el desarrollo sostenible. El arzobispo Bo, en medio del conflicto, está tratando de reunir a los líderes religiosos de todas las religiones para encender una vela de esperanza con un mensaje: la paz es posible. La paz es el único camino.
Myanmar es un país profundamente religioso. Su cultura está empapada en reverencia por las personas religiosas. El mundo y la sociedad civil deben tener en cuenta que los líderes religiosos pueden influir en la construcción de la paz.
Myanmar es en gran parte budista. Hay 500,000 monjes y 70,000 monjas budistas. Por el contrario, la Iglesia Católica tiene 800 sacerdotes y 2.200 monjas. Muchos de estos viven en aldeas remotas, influyendo en la vida y la fe de las personas. El papel de líderes religiosos en impartir la paz compartiendo valores como la compasión es una contribución extraordinaria por la paz según el arzobispo.
Se podría decir que la compasión es un credo común a todas las religiones. Después de todo, la humanidad es una gran familia. Todos somos hermanos y hermanas. Compartimos el mismo espíritu: somos interdependientes. Somos uno.
Incluso las calamidades pueden proporcionar espacio para que los líderes religiosos promuevan el mensaje de paz a través de la compasión. En tiempos de calamidad o conflicto natural, los líderes de diferentes religiones visitaron las áreas afectadas como un cuerpo unido y ayudaron a las personas sin importar su religión o raza.
Recientemente, la Iglesia Católica ha analizado las causas profundas del conflicto en Myanmar y sugirió áreas importantes para la construcción de la nación que podrían traer la bendición de la paz. Estos son educación, desarrollo humano integral, desarrollo de la mujer, derechos indígenas e iniciativas interreligiosas por la paz. La iglesia está ansiosa por colaborar en todas estas áreas.
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