Lo que el mundo necesita de la Iglesia es una mentalidad misionera: un compromiso más profundo a la encarnación. Solemos pensar en la encarnación como Dios haciéndose presente frente a nosotros, pero es más que eso. Como Mike Gable, director de misiones en Cincinnati dice: “antes de salir en su propia “misión” para construir el reino de Dios, Jesús pasó 30 años aprendiendo a escuchar humildemente y haciéndose amigo de viudas, leproso y Samaritanos. Reflexionó en sus propias experiencias mediante la oración con Dios y sus amigos.”
Aun durante su ministerio público, podemos ver como Jesús escucha humildemente. Hablando con la cananea, las primeras palabras de Jesús son fuertes, pero al escuchar lo que tiene que decir, cambia de parecer. Al escuchar el llanto de una madre desesperada que busca salvar a su hijo enfermo, Jesús cruzó las divisiones culturales de Su día.
La actitud misionera de Jesús ha inspirado a muchísimos misioneros a seguirlo, incluyendo a San Columbano y la sociedad misionera que porta su nombre. San Columbano, un misionero irlandés, salió de su país para llevar la Buena Nueva a Europa. Llegó a Francia donde tuvo problemas con la comunidad local sobre diferencias culturales y reproches políticos sobre inmoralidad. Estos poderes políticos lo obligaron al exilio. Murió en Italia el 23 de noviembre, su día de fiesta.
La expresidenta de Irlanda, Mary McAleese, dijo de San Columbano: “trascendió identidades étnicas y divisiones políticas para personificar el mensaje cristiano de que todos somos peregrinos de camino a otra patria…era un hombre que cruzó fronteras – literal y figuradamente.” 1,300 años después, su espíritu fue re-imaginado en la Sociedad Misionera de San Columbano, una congregación de sacerdotes y laicos misioneros. Originalmente concebida como una misión a China, ahora se ha extendido a 17 países. Servimos en parroquias, pero también organizamos proyectos humanitarios y trabajamos por la justicia.
Uno de los compromisos más antiguos de nuestra sociedad es con los inmigrantes. “Porque los misioneros van de su propio país y cultura a otra sociedad,” dice el Columbano Sean McDonagh, “somos muy susceptibles a la lucha de los migrantes.” Aunque los Columbanos somos inmigrantes intencionales, nuestra cercanía a los migrantes forzados ha marcado nuestra historia. Nuestras experiencias iniciales en China fueron moldeadas por la inundación de los 1920, la cual causó un desplazamiento interno, y la Segunda Guerra Mundial, la cual causó un desplazamiento continental. En los 16 países donde actualmente servimos, la migración ha sido un fenómeno constante por los pasados 100 años.
Esta sensibilidad se ha convertido en una característica que define nuestro carisma. Cada día intentamos ser empáticos con los cananeos de nuestros tiempos. Es nuestra manera de recrear una enseñanza de San Columbano: “una vida diferente a la tuya puede ser tu maestro.”
En los EEUU, hace 30 años, decidimos acompañar a las comunidades fronterizas. Ante la violencia, hemos trabajado con comunidades locales para crear parroquias pacíficas y acogedoras. Ante la explotación económica, hemos reclamado a los gobiernos y organizado protestas.
Decidimos invitar a otros a participar en nuestra misión fronteriza, por eso, creamos el Centro de Misión Columbana para recibir grupos quienes quieren ser solidarios con los inmigrantes y siempre son acogidos. Una participante dijo: “he aprendido a abrirme a Dios y a abrir mi mente e intentar entender la situación de los inmigrantes.” En la frontera, cada uno de nosotros es invitado a seguir el ejemplo de Jesús hablando con la cananea. El Centro Columbano de Defensa y Divulgación, ubicado en Washington, D.C., invita a los miembros de Congreso y a la administración presidencial a participar.
Pero no tenemos que visitar la frontera para que una vida diferente a la nuestra sea nuestro maestro. Los Columbanos alentamos a los fieles a ser misioneros en todas partes. Una manera en la cual podemos hacer esto en relación a la frontera es descargando nuestras Herramientas para Solidaridad Fronteriza (solo disponible en inglés) y participando en sus oraciones, educación y acción.
El mundo actual necesita un espíritu renovado de intercambio cultural. Tenemos que ser más como los grandes misioneros de la Iglesia. Las diferencias culturales no solo nos enriquecen y nos acercan a Dios, también nos permiten transcender las divisiones que hasta los Columbanos enfrentaron.
“Porque todos juntos somos miembros de un cuerpo, seamos galos, bretones o irlandeses o gentes de donde sea que vengamos,” dijo San Columbano, alterando las palabras de la carta de San Pablo a los Corintios. Si remplazas galos, bretones o irlandeses con americanos, hondureños y sirios, esta realidad no es nada diferente hoy en día.
Este articulo apareció originalmente en To Go Forth, un blog del Departamento de Justicia, Paz y Desarrollo Humano de la Conferencia de Obispos Católicos de EEUU.
Todas las citas en este artículo son de San Columbano: Escritos Selectos de Alexander O’Hara (2015)
Comentarios