La vida es siempre una jornada de conocimiento de nosotros mismos la cual con suerte nos lleva al conocimiento de Dios. A lo largo del camino, encontramos dificultades, pruebas, retos, pero al final de todo, siempre hay gozo y realización. Las cosas importantes de recordar en el camino hacia la vida misionera son la mentalidad abierta, conservar el interés vivo y la aceptación.
Al momento de escribir este artículo, he estado en Pakistán para mi primera asignación misionera durante once meses. Puedo decir que al igual que otras personas que están pasando por una transición, mi jornada no es tan fácil. Al principio, he tenido dificultades por la comida, el idioma y la cultura. Me sentí como una planta arrancada de mi zona de confort y transferida a un lugar desconocido. El período de ajuste para mí es difícil, pero es también un momento de gracia porque sé que Dios está conmigo en el camino. Aquellos momentos difíciles son llenos de gracia porque han hecho mi vocación más fuerte y me han dado el impulso de seguir mi jornada misionera aquí en Pakistán.
Una de las cosas que me hicieron continuar mi jornada aquí fue una idea que escuché en un compartimiento dado por el P. Louis Mascheranas. El pasado enero 8, 2017, estuve profundamente impactado por una poderosa plática dada por el P. Luis, un sacerdote OFM que estaba celebrando sus 60 años de ordenado, el decía, “quizás alguno de ustedes me preguntaría: ¿cómo han sido posibles esos años dando su servicio a los frailes y a la Iglesia Católica?” Él contestó dos cosas: “Mantén siempre un interés en tu vocación y encarna la vida religiosa tanto las alegrías como las dificultades que la vida ofrece”. Reflexionando en lo que dijo el P. Luis, me di cuenta de que estas dos cosas son necesarias en mi jornada misionera y vocación. Me di cuenta de que sigo interesado en mi vida de oración, en conocer acerca de Pakistán, en estar al servicio de la Iglesia y la vida comunitaria, este interés me guiará a profundizar mi fe y conocerme a mí mismo aún más. Si despierto en la mañana y me pregunto cuáles son las cosas que Dios tiene reservadas para mí hoy, la respuesta me daría impulso para seguir adelante. Perder ese interés podría también significar perder el sentido de lo que hago aquí. Para mí, es bueno seguir interesado en conocer a Dios, las personas y la creación de Dios más profundamente.
La segunda parte es bastante desafiante, porque la aceptación está involucrada. Vivir en una comunidad donde hay diferencias puede ocasionar tensiones y discusiones, pero para superar esa situación, la encarnación de esta clase de vida es importante. Para mí, el momento que acepté pertenecer a la Sociedad Misionera Columbana, al hacer trabajo misionero me ayudarán a entender mi situación, y a hacer a un lado mi resistencia. Esta encarnación implica comprensión y humildad. Sin esas dos cosas importantes (mantener el interés y aceptación), es difícil estar y vivir en una comunidad. El P. Luis decía que “la vida comunitaria no es perfecta. Hay siempre conflictos, retos y malentendidos, pero no termina de esa manera. También hay alegrías en el campo misionero”. Creo que esa dinámica me interesa aún más, y presenta que la vida es equilibrada. Para mí, es bueno permanecer anclado en el hecho de que la vida comunitaria no es como el cielo donde todo es bueno y perfecto. Sin embargo, la alegría de la vida misionera está siempre presente. Aceptando que la vida es imperfecta, soy ahora más receptivo a la gracia de Dios y más abierto para ver la bondad de otras personas.
Mentalidad abierta es también importante en el camino, especialmente en el campo misionero. Al mantenerse con mente abierta, puedo gradualmente adaptarme a la cultura, y aprender de su forma de vida. Por ejemplo, al principio me parecía ruidoso tener las oraciones musulmanas todos los días a mi alrededor, pero cuando la miré más de cerca, me di cuenta de que podía integrarlas a mi vida de oración. Cuando empezaban su Azan, también me recordaba de orar a mi manera. Mentalidad abierta es transformar un punto de vista negativo o pensamiento, en uno positivo. Con eso, es más fácil para mí entender las cosas.
A partir de estas realidades, soy capaz de cambiar el enfoque de egocentrismo a otro centrista. Al centrar mi interés en los demás, puedo ahora ver vivamente que mi misión aquí es servir a los hijos de Dios y me permite ministrar al quebrantado cuerpo de Cristo. Los pobres, los analfabetos y los enfermos componen el quebrantado cuerpo de Cristo que me desafía a responder a través de mis dones dados por Dios. Ahora estoy más valiente y emocionado en seguir adelante en mi vida misionera Columbana aquí en Pakistán.
A medida que avance en mi asignación entre el pueblo tribal Parkan Kholi en la parroquia de Khipro en la diócesis de Hyderabad, tendré en mente la gran lección que tengo. También aceptaré abiertamente y de todo corazón la asignación misionera que se me ha dado porque detrás de esas tareas también hay muchos momentos llenos de gracia.
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