Amado San Antonio

Amado San Antonio,
después de todos los años en la escuela de Cristo,
todavía no he aprendido la lección de la humildad.

Mis sentimientos se alteran fácilmente.
Rápidamente se ofenden, soy muy lento para perdonar.

San Antonio, un ejemplo de humildad, enséñame
la importancia y necesidad de esta virtud cristiana.

En la presencia de Jesús, quien se humilló a sí mismo
y fue exaltado por el Padre,
recuerda también estas intenciones especiales mías.


Amén.