Mi Señor Jesucristo,
Dios verdadero y hombre verdadero,
¡Te adoro con cada parte de mi ser!
Te adoro en cada instancia del día.
Te adoro en unión con el inmaculado corazon
de nuestra madre, María,
en unión con el corazon puro de San José,
en unión con Tus ángeles y santos
en la gloria celestial,
en unión con Tu justicia en la tierra,
en unión con las almas en el purgatorio.
Con este tributo de adoración
deseo adorarte por quienes no Te adoran,
amarte por quienes no Te aman,
reconocerte como mi Dios
por todos los que se niegan a reconocerte.
Amen.
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