Señor Jesús, en la cima de la montaña, revelaste
Tu gloria divina a Pedro, Santiago y Juan.
Deja que la luz de Tu presencia brille en nuestros corazones,
transformando nuestro miedo en valentía y nuestra duda en fe.
Fortalécenos para seguirte, incluso a través del valle,
con los ojos fijos en Tu gloria.
Amén.
Tu gloria divina a Pedro, Santiago y Juan.
Deja que la luz de Tu presencia brille en nuestros corazones,
transformando nuestro miedo en valentía y nuestra duda en fe.
Fortalécenos para seguirte, incluso a través del valle,
con los ojos fijos en Tu gloria.
Amén.
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