Tu Poderosa Presencia

María, te pedimos tu poderosa presencia en este día,
tal como lo compartiste
con los discípulos asustados en la Habitación Superior.

Enséñanos, como lo hiciste, para confiar en las promesas de Dios,
sobre nuestro hermano y Señor, Jesús, y
sobre el Abogado y Consolador,
el Espíritu de Vida y Amor y Verdad.

Que vivamos como tú, con una esperanza firme y una confianza invencible.

Y seamos transformados por el poder de la Resurrección
en verdaderos oyentes y hacedores de la voluntad de Dios.


Amén.