En Tus Brazos

Extasiados por el esplendor de tu belleza celestial,
e impulsados por las ansiedades del mundo,
nos ponemos en tus brazos,
Oh Inmaculada Madre de Jesús y nuestra Madre, María,
confiados de encontrar en tu amadísimo corazón
sosiego a nuestros ardientes deseos,
y un puerto de salvación en las tempestades
que nos acosan por todos lados.


Amén.